La detención de la esposa del represor Vildoza, abrió el abanico de negocios y relaciones.
Por teléfono con Astiz y Videla
La detención de Ana María Grimaldos, prófuga durante veinticuatro años con su esposo, el marino Jorge Vildoza, empezó a dejar al descubierto la trama de complicidades entre represores. La empresa del hijo del oficial de la ESMA y los vínculos con condenados.
Por Alejandra Dandan
La Justicia detuvo a la esposa de Jorge Vildoza el 3 de julio de este año. Diez días mas tarde, el juzgado de María Servini de Cubría allanó una muy bien puesta sede de la empresa American Data SA, en San Isidro. En la compañía, dedicada a servicios de juegos de azar y apuestas, los recibió su presidente: Jorge Vildoza, hijo. Mientras los integrantes del operativo se llevaban unas cincuenta computadoras para analizar, el hijo del ex segundo jefe de la Escuela Mecánica de la Armada –que estuvo hasta 1988 en el Servicio de Inteligencia de la Marina– agarró su teléfono, hizo una llamada al Servicio Penitenciario Federal y del diálogo que tuvo se desprende que en ese mismo momento habló con Alfredo Astiz.
“Alfredo, estoy acá con personal de Servini –saludó–. ¿Les mando un saludo de tu parte?” “Alfredo” le dijo que sí, según los datos que surgen de la desgrabación de la SIDE, capturada en el marco de las intervenciones que ordenó el juzgado durante la búsqueda de Vildoza padre y de su mujer, prófugos durante 24 años. No fue la única comunicación del ex SIN con Astiz y quienes están detrás de la causa se preguntan si las conversaciones pueden dar cuenta de un aceitado mecanismo de coordinación que aún persiste en la confraternidad de los marinos.
Cuando Grimaldos llegó a la cárcel de Ezeiza, el que la llamó fue el dictador Jorge Videla. La información se desprende de otra llamada, esta vez una que hizo su hija, Mónica Vildoza. “¿No sabés con quién habló mamá?”, le dijo ella a su interlocutor. “¡La llamó el general Videla!” En esa conversación, Videla le dijo a la apropiadora de Javier Penino Viñas que a partir de este momento tenía que ponerse fuerte. Y le explicó que él mismo estaba bien, pero que le “temblaban las patitas”.
Este escenario en el que la trama de 24 años de los Vildoza combina a los marinos, la ESMA, el juego y la despampanante puesta en escena del edificio de American Data con mármoles y cristales, la llamada a Astiz el día del allanamiento es lo que despierta en la causa la hipótesis de que hay que seguir investigando. Para la querella, es posible que la empresa funcione como parte de una estructura que sigue alimentando gastos operativos de los que siguen estando operativos. O como mínimo (desde ahí se pagaba el teléfono de Grimaldos) que haya servido para garantizar los gastos que necesitó Grimaldos para mantenerse clandestina y Vildoza para seguir en calidad de prófugo.
¿American qué?
Según los papeles, American Data SA es una empresa creada a fines de los ’80, con domicilio en Repetto al 3300, en Vicente López. Según el objeto comercial, está dedicada “al esparcimiento relacionado con juegos de azar y apuestas”. Como presidente figura Jorge Ernesto Vildoza, hijo del represor, integrante del SIN hasta 1988. Y como vicepresidente, Rodolfo Fernando Giromini, marido de Mónica Vildoza, la otra hija biológica del marino. Giromini tiene su propia estrella: perteneció al Ejército como piloto, entre 1978 y 1983, según datos del Ministerio de Defensa a los que accedió este diario. En su vida de civil, fue gerente de operaciones en la empresa Austral y según las fuentes consultadas por este diario, todavía sigue siendo piloto en Aerolíneas. El dato es sugerente: piloto durante la dictadura y piloto mientras sus suegros entraron y salieron del país con documentos falsos y sin problemas durante 24 años.
La empresa es en este momento materia de investigación en tres causas. Servini investiga el contenido de las computadoras porque todavía busca a Vildoza padre. Su juzgado busca documentos que prueben que está muerto, como dice su mujer, o que está vivo, como está convencida la querella. El juzgado, que no tiene datos para sostener la hipótesis de la muerte, porque no tiene papeles que lo avalen y porque la mujer sigue cobrando una pensión como si él estuviese con vida, tampoco descarta la idea de la muerte. En esa línea creen que su familia podría no darlo por muerto porque su nombre podría estar vivo para el mundo de los negocios.
Las otras dos causas, en cambio, tienen de fondo la hipótesis de que esta estructura puede estar ligada al robo de bienes de la ESMA. Una causa está en Ushuaia desde comienzos del año 2000, con un eje que al final quedó reducido a una controversia entre abogados. Uno de los abogados que fueron indagados en esa causa abrió, sin embargo, la posibilidad de iniciar una nueva investigación. Se trata del misionero Oscar Beccaluva, contratado en algún momento por los Vildoza y que pidió ser relevado del secreto profesional para poder defenderse. En su declaración dijo que se encontró dos veces al marino prófugo en las oficinas de American Data SA del sur del país y señaló que “los hombres que en esa provincia le brindaban protección (a Vildoza) y blanqueaban el dinero obtenido producto de la apropiación de bienes de desaparecidos, lo amenazaban con entregarlo”.
A partir de esas declaraciones hubo un problema de competencia entre Ushuaia y el juzgado de Sergio Torres en Capital a cargo de la causa ESMA. Torres entendió que Ushuaia tenía que investigar la causa porque en el medio había un litigio local. La Cámara le dio la razón, pero él se llevó una copia del expediente para investigar la posible conexión con el robo de bienes en ESMA. Hasta ahora pidió a la Inspección General de Justicia los expedientes de la empresa y analiza balances y movimientos.
Aunque hasta ahora no hay elementos para sostener esa relación punto a punto, hay otros elementos contextuales a tener en cuenta. Los marinos de la ESMA aparecen vinculados con negocios en época de la democracia con casinos, juegos de azar y, entre otros rubros, inmobiliarias. En este caso, lo que hay es un “enorme volumen de dinero” que se mueve en la empresa. Tiempos que Vildoza pasó prófugo y trabajando en este rubro en Africa, Londres y Estados Unidos. Otro elemento es un indicio del negocio inmobiliario. Según información de una base de datos de empresas, Jorge Vildoza (h) y su mujer, María Verónica Trucco Jaureguiberry, constituyeron Artescmos SA (cuit 30710800169) dedicada, entre otros, a “compra venta, permuta, alquiler, arrendamiento, de propiedad inmueble, incluidas las comprendidas bajo el régimen de propiedad horizontal, así como también toda clase de operaciones inmobiliarias incluyendo el fraccionamiento y posterior loteo de parcelas destinadas a la vivienda, urbanización, clubes de campo, explotación agrícola o ganadera y parques industriales, pudiendo tomar la venta o comercialización de operaciones inmobiliarias de terceros”. El domicilio legal con el que fue inscripto la inmobiliaria es Tres Sargentos al 1500, de Martínez.
El riesgo domiciliario
Dicen que Ana María Grimaldos estaba entrenada para vivir escondida. Cuando su hija iba a visitarla o pasaba a buscarla, llegaba en auto y salían en colectivo. Los vecinos casi no la conocían y la describen como una persona reservada que pasaba en ocasiones varios meses en Europa. El allanamiento estaba previsto originalmente para el día 11 de julio, cuando ella iba a operarse de los ojos. El día 2, su hija apareció en el juzgado porque había recibido una “alerta” de que algo pasaba con su madre. En el juzgado intentaron disuadirla, pero alterados por esa situación, adelantaron el allanamiento para las 2 de la mañana de esa misma noche.
Según la información de la causa, Mónica Vildoza se enteró de las “alertas” en la frontera, mientras cruzaba de Paraguay a Brasil. Información que nadie debió haberle dado. Las escuchas dan cuenta de que la familia empezó a saber que estaban siguiéndolos y volvió a generar el sistema de protección que mantuvo en los últimos años. Porque en esas condiciones su familia no puede ser garante de una detención en prisión domiciliaria, la jueza Servini rechazó el pedido de los abogados de Grimaldos, que están pidiendo ese beneficio. Los abogados acaban de insistir ahora ante la Cámara Federal, la Sala I analiza en este momento el pedido.
Por teléfono con Astiz y Videla
La detención de Ana María Grimaldos, prófuga durante veinticuatro años con su esposo, el marino Jorge Vildoza, empezó a dejar al descubierto la trama de complicidades entre represores. La empresa del hijo del oficial de la ESMA y los vínculos con condenados.
Por Alejandra Dandan
La Justicia detuvo a la esposa de Jorge Vildoza el 3 de julio de este año. Diez días mas tarde, el juzgado de María Servini de Cubría allanó una muy bien puesta sede de la empresa American Data SA, en San Isidro. En la compañía, dedicada a servicios de juegos de azar y apuestas, los recibió su presidente: Jorge Vildoza, hijo. Mientras los integrantes del operativo se llevaban unas cincuenta computadoras para analizar, el hijo del ex segundo jefe de la Escuela Mecánica de la Armada –que estuvo hasta 1988 en el Servicio de Inteligencia de la Marina– agarró su teléfono, hizo una llamada al Servicio Penitenciario Federal y del diálogo que tuvo se desprende que en ese mismo momento habló con Alfredo Astiz.
“Alfredo, estoy acá con personal de Servini –saludó–. ¿Les mando un saludo de tu parte?” “Alfredo” le dijo que sí, según los datos que surgen de la desgrabación de la SIDE, capturada en el marco de las intervenciones que ordenó el juzgado durante la búsqueda de Vildoza padre y de su mujer, prófugos durante 24 años. No fue la única comunicación del ex SIN con Astiz y quienes están detrás de la causa se preguntan si las conversaciones pueden dar cuenta de un aceitado mecanismo de coordinación que aún persiste en la confraternidad de los marinos.
Cuando Grimaldos llegó a la cárcel de Ezeiza, el que la llamó fue el dictador Jorge Videla. La información se desprende de otra llamada, esta vez una que hizo su hija, Mónica Vildoza. “¿No sabés con quién habló mamá?”, le dijo ella a su interlocutor. “¡La llamó el general Videla!” En esa conversación, Videla le dijo a la apropiadora de Javier Penino Viñas que a partir de este momento tenía que ponerse fuerte. Y le explicó que él mismo estaba bien, pero que le “temblaban las patitas”.
Este escenario en el que la trama de 24 años de los Vildoza combina a los marinos, la ESMA, el juego y la despampanante puesta en escena del edificio de American Data con mármoles y cristales, la llamada a Astiz el día del allanamiento es lo que despierta en la causa la hipótesis de que hay que seguir investigando. Para la querella, es posible que la empresa funcione como parte de una estructura que sigue alimentando gastos operativos de los que siguen estando operativos. O como mínimo (desde ahí se pagaba el teléfono de Grimaldos) que haya servido para garantizar los gastos que necesitó Grimaldos para mantenerse clandestina y Vildoza para seguir en calidad de prófugo.
¿American qué?
Según los papeles, American Data SA es una empresa creada a fines de los ’80, con domicilio en Repetto al 3300, en Vicente López. Según el objeto comercial, está dedicada “al esparcimiento relacionado con juegos de azar y apuestas”. Como presidente figura Jorge Ernesto Vildoza, hijo del represor, integrante del SIN hasta 1988. Y como vicepresidente, Rodolfo Fernando Giromini, marido de Mónica Vildoza, la otra hija biológica del marino. Giromini tiene su propia estrella: perteneció al Ejército como piloto, entre 1978 y 1983, según datos del Ministerio de Defensa a los que accedió este diario. En su vida de civil, fue gerente de operaciones en la empresa Austral y según las fuentes consultadas por este diario, todavía sigue siendo piloto en Aerolíneas. El dato es sugerente: piloto durante la dictadura y piloto mientras sus suegros entraron y salieron del país con documentos falsos y sin problemas durante 24 años.
La empresa es en este momento materia de investigación en tres causas. Servini investiga el contenido de las computadoras porque todavía busca a Vildoza padre. Su juzgado busca documentos que prueben que está muerto, como dice su mujer, o que está vivo, como está convencida la querella. El juzgado, que no tiene datos para sostener la hipótesis de la muerte, porque no tiene papeles que lo avalen y porque la mujer sigue cobrando una pensión como si él estuviese con vida, tampoco descarta la idea de la muerte. En esa línea creen que su familia podría no darlo por muerto porque su nombre podría estar vivo para el mundo de los negocios.
Las otras dos causas, en cambio, tienen de fondo la hipótesis de que esta estructura puede estar ligada al robo de bienes de la ESMA. Una causa está en Ushuaia desde comienzos del año 2000, con un eje que al final quedó reducido a una controversia entre abogados. Uno de los abogados que fueron indagados en esa causa abrió, sin embargo, la posibilidad de iniciar una nueva investigación. Se trata del misionero Oscar Beccaluva, contratado en algún momento por los Vildoza y que pidió ser relevado del secreto profesional para poder defenderse. En su declaración dijo que se encontró dos veces al marino prófugo en las oficinas de American Data SA del sur del país y señaló que “los hombres que en esa provincia le brindaban protección (a Vildoza) y blanqueaban el dinero obtenido producto de la apropiación de bienes de desaparecidos, lo amenazaban con entregarlo”.
A partir de esas declaraciones hubo un problema de competencia entre Ushuaia y el juzgado de Sergio Torres en Capital a cargo de la causa ESMA. Torres entendió que Ushuaia tenía que investigar la causa porque en el medio había un litigio local. La Cámara le dio la razón, pero él se llevó una copia del expediente para investigar la posible conexión con el robo de bienes en ESMA. Hasta ahora pidió a la Inspección General de Justicia los expedientes de la empresa y analiza balances y movimientos.
Aunque hasta ahora no hay elementos para sostener esa relación punto a punto, hay otros elementos contextuales a tener en cuenta. Los marinos de la ESMA aparecen vinculados con negocios en época de la democracia con casinos, juegos de azar y, entre otros rubros, inmobiliarias. En este caso, lo que hay es un “enorme volumen de dinero” que se mueve en la empresa. Tiempos que Vildoza pasó prófugo y trabajando en este rubro en Africa, Londres y Estados Unidos. Otro elemento es un indicio del negocio inmobiliario. Según información de una base de datos de empresas, Jorge Vildoza (h) y su mujer, María Verónica Trucco Jaureguiberry, constituyeron Artescmos SA (cuit 30710800169) dedicada, entre otros, a “compra venta, permuta, alquiler, arrendamiento, de propiedad inmueble, incluidas las comprendidas bajo el régimen de propiedad horizontal, así como también toda clase de operaciones inmobiliarias incluyendo el fraccionamiento y posterior loteo de parcelas destinadas a la vivienda, urbanización, clubes de campo, explotación agrícola o ganadera y parques industriales, pudiendo tomar la venta o comercialización de operaciones inmobiliarias de terceros”. El domicilio legal con el que fue inscripto la inmobiliaria es Tres Sargentos al 1500, de Martínez.
El riesgo domiciliario
Dicen que Ana María Grimaldos estaba entrenada para vivir escondida. Cuando su hija iba a visitarla o pasaba a buscarla, llegaba en auto y salían en colectivo. Los vecinos casi no la conocían y la describen como una persona reservada que pasaba en ocasiones varios meses en Europa. El allanamiento estaba previsto originalmente para el día 11 de julio, cuando ella iba a operarse de los ojos. El día 2, su hija apareció en el juzgado porque había recibido una “alerta” de que algo pasaba con su madre. En el juzgado intentaron disuadirla, pero alterados por esa situación, adelantaron el allanamiento para las 2 de la mañana de esa misma noche.
Según la información de la causa, Mónica Vildoza se enteró de las “alertas” en la frontera, mientras cruzaba de Paraguay a Brasil. Información que nadie debió haberle dado. Las escuchas dan cuenta de que la familia empezó a saber que estaban siguiéndolos y volvió a generar el sistema de protección que mantuvo en los últimos años. Porque en esas condiciones su familia no puede ser garante de una detención en prisión domiciliaria, la jueza Servini rechazó el pedido de los abogados de Grimaldos, que están pidiendo ese beneficio. Los abogados acaban de insistir ahora ante la Cámara Federal, la Sala I analiza en este momento el pedido.
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