El vicealmirante retirado Antonio Montes, ex canciller de la dictadura, se negó a ampliar su declaración indagatoria y a refrendar sus anteriores declaraciones ante la Justicia Militar, lo que provocó un áspero debate entre el fiscal Pablo Ouviñas y el defensor oficial del militar, Victor Valle.
"No voy a declarar porque no estoy siendo juzgado por mis jueces naturales", enfatizó Montes, quien desde el principio del proceso es trasladado en silla de ruedas.
La defensa de Montes objetó que se leyeran las declaraciones del militar de 86 años ante el juez militar y ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, por lo que la audiencia se encontraba trabada por cuestiones procesales. No voy a declarar”, dijo, y escuchó sus relatos anteriores, cuando admitió que “desde el almirantazgo hacia abajo, toda la institución conoció y participó” de la guerra sucia.
A su turno el ex médico de la Armada Carlos Capdevilla, quien también dijo estar enfermo y bajo tratamiento psiquiátrico, negó haber asistido en la ESMA a personas que habían sido sometidas a sesiones de tortura y en ese sentido aseguró que "querían tener a un médico (entre los acusados) para hacernos aparecer como los nazis" .
Capdevilla, negó las acusaciones de ex detenidas desaparecidas que los denunciaron ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y respecto de una de ellas sostuvo que "la hice pasar al consultorio porque me dijo que se había mareado" y que "estaba descompuesta". Carlos Capdevila no aceptó responder preguntas, pero se explayó sobre los testimonios que lo incriminan. De paso lento, voz suave y mirada extraviada, dijo que estaba medicado, aseguró no recordar su número de documento, pero no tuvo problema para memorizar a qué días de la semana correspondían ciertas fechas de 1979. Admitió que trabajó en la enfermería de la ESMA, pero aseguró que “no he sentido nunca gritos de tortura”. Sugirió que las declaraciones en su contra fueron “inventadas” y que según los testigos “todos estábamos torturando en todos lado
Azic negó las acusaciones en su contra y se negó a responder preguntas por lo que se dio lectura a declaraciones anteriores en las que admitió haber prestado "actos de servicio en la ESMA", pero no brindó nombres de los oficiales que formaban parte del Grupo de Tareas. El prefecto Juan Antonio Azic, quien en 2003 intentó suicidarse, tampoco recordó su documento. “Niego todo lo que se me acusa, me niego a declarar y a responder preguntas”, fueron sus únicas palabras en público. Comenzó entonces otro debate, sobre si esa frase se podía considerar como una declaración indagatoria. La mera hipótesis “ofende al sentido común”, dijo el fiscal Pablo Ouviña. El tribunal ordenó leer sus testimonios anteriores y difirió para el futuro la decisión sobre la cuestión procesal.
Por último, el contralmirante retirado Manuel García Tallada, a quien se acusa por 26 hechos de tormentos cuya autoria se le atribuye también se negó a declarar.
García Tallada, de 85 años, declaró en el Juicio a los Comandantes ya que en el período investigado se desempeñó como Jefe del Estado Mayor de la Armada y Jefe del Estado Mayor de Operaciones Navales, por lo que fue el máximo responsable del G-3.3.2 que actuó en la ESMA.
En esa declaración que data de 1985 aseguró que "nunca presencié ningún interrogatorio" de detenidos en la ESMA, ni tuvo conocimiento de "torturas o vejámenes" , pero escuchó sus relatos anteriores, cuando admitió que “desde el almirantazgo hacia abajo, toda la institución conoció y participó” de la guerra sucia.
"No voy a declarar porque no estoy siendo juzgado por mis jueces naturales", enfatizó Montes, quien desde el principio del proceso es trasladado en silla de ruedas.
La defensa de Montes objetó que se leyeran las declaraciones del militar de 86 años ante el juez militar y ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, por lo que la audiencia se encontraba trabada por cuestiones procesales. No voy a declarar”, dijo, y escuchó sus relatos anteriores, cuando admitió que “desde el almirantazgo hacia abajo, toda la institución conoció y participó” de la guerra sucia.
A su turno el ex médico de la Armada Carlos Capdevilla, quien también dijo estar enfermo y bajo tratamiento psiquiátrico, negó haber asistido en la ESMA a personas que habían sido sometidas a sesiones de tortura y en ese sentido aseguró que "querían tener a un médico (entre los acusados) para hacernos aparecer como los nazis" .
Capdevilla, negó las acusaciones de ex detenidas desaparecidas que los denunciaron ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y respecto de una de ellas sostuvo que "la hice pasar al consultorio porque me dijo que se había mareado" y que "estaba descompuesta". Carlos Capdevila no aceptó responder preguntas, pero se explayó sobre los testimonios que lo incriminan. De paso lento, voz suave y mirada extraviada, dijo que estaba medicado, aseguró no recordar su número de documento, pero no tuvo problema para memorizar a qué días de la semana correspondían ciertas fechas de 1979. Admitió que trabajó en la enfermería de la ESMA, pero aseguró que “no he sentido nunca gritos de tortura”. Sugirió que las declaraciones en su contra fueron “inventadas” y que según los testigos “todos estábamos torturando en todos lado
Azic negó las acusaciones en su contra y se negó a responder preguntas por lo que se dio lectura a declaraciones anteriores en las que admitió haber prestado "actos de servicio en la ESMA", pero no brindó nombres de los oficiales que formaban parte del Grupo de Tareas. El prefecto Juan Antonio Azic, quien en 2003 intentó suicidarse, tampoco recordó su documento. “Niego todo lo que se me acusa, me niego a declarar y a responder preguntas”, fueron sus únicas palabras en público. Comenzó entonces otro debate, sobre si esa frase se podía considerar como una declaración indagatoria. La mera hipótesis “ofende al sentido común”, dijo el fiscal Pablo Ouviña. El tribunal ordenó leer sus testimonios anteriores y difirió para el futuro la decisión sobre la cuestión procesal.
Por último, el contralmirante retirado Manuel García Tallada, a quien se acusa por 26 hechos de tormentos cuya autoria se le atribuye también se negó a declarar.
García Tallada, de 85 años, declaró en el Juicio a los Comandantes ya que en el período investigado se desempeñó como Jefe del Estado Mayor de la Armada y Jefe del Estado Mayor de Operaciones Navales, por lo que fue el máximo responsable del G-3.3.2 que actuó en la ESMA.
En esa declaración que data de 1985 aseguró que "nunca presencié ningún interrogatorio" de detenidos en la ESMA, ni tuvo conocimiento de "torturas o vejámenes" , pero escuchó sus relatos anteriores, cuando admitió que “desde el almirantazgo hacia abajo, toda la institución conoció y participó” de la guerra sucia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario