Luego de escuchar durante tres meses los delitos que se les imputan, Jorge Acosta y Alfredo Astiz, dos de los principales íconos del terrorismo de Estado, tendrán hoy finalmente la oportunidad de declarar en un juicio oral y público con todas las garantías que ofrece el Estado de Derecho. El ex jefe de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3, y el entonces teniente que se infiltró entre familiares de los desaparecidos y más tarde se rindió en Malvinas sin disparar un tiro podrán optar entre guardar silencio para proteger a los camaradas impunes, reivindicarse como combatientes de una “guerra civil revolucionaria” o, menos probable, confesar frente a padres, hijos y hermanos de sus víctimas cuál fue el destino final de los miles de desaparecidos vistos por última vez en la ESMA. La audiencia, abierta al público, comenzará a las diez en el subsuelo de Comodoro Py.
“Toda la Armada” participó de la represión ilegal, recordó el viernes el capitán Adolfo Donda, el primer imputado que decidió hablar, aunque no responder preguntas, ante el Tribunal Oral Federal 5. El ex jefe de operaciones del GT 3.3 admitió que participó en secuestros, destacó su convicción de que “las órdenes eran sagradas” y renegó del acuerdo entre el gobierno radical de Raúl Alfonsín y la conducción de las Fuerzas Armadas, en los ‘80, para juzgar al puñado de represores identificados y garantizar la impunidad del resto. “La Armada negoció con el poder político quiénes iban a declarar”, recordó Donda.
Durante la misma audiencia, el capitán médico Carlos Capdevila tampoco aceptó responder preguntas pero se explayó sobre los testimonios que lo incriminan. Admitió que trabajó en la enfermería de la ESMA, que funcionó en el sótano del Casino de Oficiales, pero aseguró que “no he sentido nunca gritos de tortura”. También sugirió que las declaraciones en su contra fueron “inventadas” por sobrevivientes y que, según los testigos, “todos estábamos torturando en todos lados”. El prefecto Juan Antonio Azic, quien en 2003 intentó suicidarse, negó todas las acusaciones en su contra y se negó a declarar, igual que el contraalmirante Manuel García Tallada. Hoy será el turno de los imputados en la causa Testimonios A, la mayor de las cuatro acumuladas, que incluye los casos de 79 víctimas que pasaron por la ESMA, incluidos sólo un puñado de sobrevivientes.
“Toda la Armada” participó de la represión ilegal, recordó el viernes el capitán Adolfo Donda, el primer imputado que decidió hablar, aunque no responder preguntas, ante el Tribunal Oral Federal 5. El ex jefe de operaciones del GT 3.3 admitió que participó en secuestros, destacó su convicción de que “las órdenes eran sagradas” y renegó del acuerdo entre el gobierno radical de Raúl Alfonsín y la conducción de las Fuerzas Armadas, en los ‘80, para juzgar al puñado de represores identificados y garantizar la impunidad del resto. “La Armada negoció con el poder político quiénes iban a declarar”, recordó Donda.
Durante la misma audiencia, el capitán médico Carlos Capdevila tampoco aceptó responder preguntas pero se explayó sobre los testimonios que lo incriminan. Admitió que trabajó en la enfermería de la ESMA, que funcionó en el sótano del Casino de Oficiales, pero aseguró que “no he sentido nunca gritos de tortura”. También sugirió que las declaraciones en su contra fueron “inventadas” por sobrevivientes y que, según los testigos, “todos estábamos torturando en todos lados”. El prefecto Juan Antonio Azic, quien en 2003 intentó suicidarse, negó todas las acusaciones en su contra y se negó a declarar, igual que el contraalmirante Manuel García Tallada. Hoy será el turno de los imputados en la causa Testimonios A, la mayor de las cuatro acumuladas, que incluye los casos de 79 víctimas que pasaron por la ESMA, incluidos sólo un puñado de sobrevivientes.
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