Azucena Villaflor y su hijo |
Hoy declararon dos madres fundadoras de la agrupación Madres de Plaza de Mayo. Brindaron su testimonio sobre el secuestro de la Iglesia de la Santa Cruz y la infiltración de Astiz en su grupo, pero en realidad hicieron mucho más que eso: dieron una verdadera lección de historia y de lucha.
María del Rosario Carballeda de Cerruti empezó su declaración con el relato de la desaparición de su hijo el 10 de mayo de 1976. Mientras emprendía su búsqueda, conoció a otras mujeres en la misma situación y unieron sus fuerzas para avanzar de forma conjunta. En junio o julio de 1977, el general Harguindeguy las recibió y les prohibió reunirse en la plaza: a partir de ahí empezaron a marchar. En ese momento, un joven que dijo llamarse Gustavo Niño comenzó a asistir a las reuniones en Plaza de Mayo. Las madres le advirtieron que no se quedara porque corría peligro, ya que tenía la edad de sus hijos desaparecidos. El nombre de Gustavo Niño apareció en la solicitada publicada el 10 de diciembre de 1977.
La testigo presenció el secuestro de Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco en la Iglesia Santa Cruz. El secuestro de las monjas francesas, de otras integrantes de Madres de Plaza de Mayo y de familiares provocó mucha confusión. Sin embargo, decidieron seguir adelante y publicar la solicitada por la cual habían luchado tanto. Continuaron yendo a la plaza y nunca dejaron de ir. La testigo explicó: “Veníamos de sufrir los secuestros de nuestros hijos, la angustia crecía todos los días. Ya nos seguían por todos lados, nos llamaban por teléfono. Entrar a la plaza ese día fue trágico. Estábamos atemorizadas.”
Además declaró Aída Sarti de Boga. Su relato junto al de Nora Cortiñas y María del Rosario de Carballeda, permite reconstruir los primeros meses de la creación de Madres de Plaza de Mayo. Aída recordó que empezaron a usar la palabra “desaparecido” recién después de que Videla la use él, en un discurso.
Según ella, Azucena Villaflor sabía que iba a ser secuestrada e hizo todo para protegerlas. Les distribuyó a todas las madres un poema de Mario Benedetti intitulado “Hagamos un trato”. El día anterior a su secuestro, le dijo a Aída “ Si yo faltó, ustedes sigan”.
María del Rosario Carballeda de Cerruti empezó su declaración con el relato de la desaparición de su hijo el 10 de mayo de 1976. Mientras emprendía su búsqueda, conoció a otras mujeres en la misma situación y unieron sus fuerzas para avanzar de forma conjunta. En junio o julio de 1977, el general Harguindeguy las recibió y les prohibió reunirse en la plaza: a partir de ahí empezaron a marchar. En ese momento, un joven que dijo llamarse Gustavo Niño comenzó a asistir a las reuniones en Plaza de Mayo. Las madres le advirtieron que no se quedara porque corría peligro, ya que tenía la edad de sus hijos desaparecidos. El nombre de Gustavo Niño apareció en la solicitada publicada el 10 de diciembre de 1977.
La testigo presenció el secuestro de Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco en la Iglesia Santa Cruz. El secuestro de las monjas francesas, de otras integrantes de Madres de Plaza de Mayo y de familiares provocó mucha confusión. Sin embargo, decidieron seguir adelante y publicar la solicitada por la cual habían luchado tanto. Continuaron yendo a la plaza y nunca dejaron de ir. La testigo explicó: “Veníamos de sufrir los secuestros de nuestros hijos, la angustia crecía todos los días. Ya nos seguían por todos lados, nos llamaban por teléfono. Entrar a la plaza ese día fue trágico. Estábamos atemorizadas.”
Además declaró Aída Sarti de Boga. Su relato junto al de Nora Cortiñas y María del Rosario de Carballeda, permite reconstruir los primeros meses de la creación de Madres de Plaza de Mayo. Aída recordó que empezaron a usar la palabra “desaparecido” recién después de que Videla la use él, en un discurso.
Según ella, Azucena Villaflor sabía que iba a ser secuestrada e hizo todo para protegerlas. Les distribuyó a todas las madres un poema de Mario Benedetti intitulado “Hagamos un trato”. El día anterior a su secuestro, le dijo a Aída “ Si yo faltó, ustedes sigan”.
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